Acabas de llegar a una base espacial en Marte. Estás solo/a. Tienes hambre. Te explican que para comer han creado una especie de food hall con varios restaurantes totalmente robotizados. Aunque los restaurantes son diferentes en cuanto a estilo de comida todos están programados bajo las mismas dos premisas:
Que pases el mayor tiempo posible en ese restaurante.
Que repitas al día siguiente.
El primer día accedes a uno de los restaurantes y un camarero robot te pregunta qué te gustaría comer. Le respondes y te sirve el plato al instante. Al día siguiente eliges otra cosa y, al siguiente, una nueva. Al final ya no se te ocurren más cosas para pedir y, cuando te cansas de comer siempre lo mismo, te marchas a otro.
Pero el autorrestaurante aprende de sus errores, así que la próxima vez elimina la carta y no te da a elegir, sino que va colocando platos ante ti y, según tu reacción, los va sustituyendo o modificando para hacerlos más apetecibles.
—¡Fantástico, ya no tengo que pensar qué comer! —piensas.
Uno tras otro vas vaciando los platos, pero antes de que termines el último ya ha aparecido el siguiente en la mesa. Son platos que no terminan de llenarte, nada que ver con los platos contundentes y nutritivos que pedías al principio. Estos son muy pequeños, parecidos a galletas y de apenas un bocado. Tienen sabores cambiantes y extremadamente potenciados que no se corresponden con su apariencia, por lo que nunca sabes si el siguiente va a ser tu favorito hasta que no lo pruebas.
—¡Guau, qué bien me conoce este restaurante! Todo lo que me sirve me encanta —afirmas después de 4 horas comiendo galletas.
Esta edición ha sido patrocinada por Invierte Joven: Finanzas e Inversión para personas normales
La mayoría de emprendedores invierten todo en formación y proyectos, y olvidan su patrimonio personal. No sirve de nada tener un negocio exitoso si sigues sin ahorros ni inversiones.
Si quieres que tu dinero trabaje para ti, necesitas gestionarlo bien. En mi newsletter comparto estrategias para ahorrar, invertir y aumentar tu patrimonio. Además, te regalo 2 herramientas:
-Excel para controlar ingresos y gastos
-Excel para entender el interés compuesto y hacer crecer tu dinero
Suscríbete aquí
¿Quieres patrocinar esta newsletter? Aquí la info.
Conflicto de intereses
Un punto de inflexión en mi vida sucedió cuando empecé a cuestionarme y analizar las razones y los intereses que mueven el mundo, más allá de lo que dan a entender en un primer vistazo.
Un ejemplo son los políticos. Te venden la idea de que su objetivo es mejorar el país y así tú les premiarás con tu voto. Cuando, en realidad, su objetivo es llegar al poder y mantenerse en él. Incluso para aquellos con verdadera vocación (aunque dudo que existan), necesitarían llegar al poder para efectuar cambios reales. Esto lleva a decisiones que benefician al partido a corto plazo pero perjudican al país a largo.
Con las redes sociales pasa lo mismo. Podríamos pensar que están diseñadas para darnos contenido que nos entretenga y nos informe, y así decidiremos por nosotros mismos usar esa aplicación, pero no es así. Están diseñadas, como el autorrestaurante, para engancharnos bajo las dos mismas premisas:
Que pases el mayor tiempo posible en esa red social.
Que repitas al día siguiente.
Y es que es mucho más sencillo engancharnos que convencernos.
Cientos de ingenieros y científicos trabajan cada día para diseñar algoritmos, sistemas de recompensas, notificaciones y herramientas como el scroll infinito para mantenerte el mayor tiempo posible en la red social y, así, poder mostrarte un mayor número de anuncios (mayores beneficios).
Esto es fácil de entender pero difícil de asimilar, por eso merece la pena repetirlo: dejar que un algoritmo que está programado para atraparte decida qué metes en tu cerebro es una mala idea.
¿Por qué lo hacemos? ¿Cuál es la solución? Sigamos la conversación en los comentarios.
Gracias por leerme. Con cariño,
Bosco
Si encuentras valor en esta publicación compártela humanamente con la gente que te importa. Sin algoritmos:
Si quieres unirte a una comunidad de 700+ emprendedores construyendo negocios que se adaptan a su vida (y no al revés) echa un ojo a SinOficina. Tendrás acceso a foros de ayuda, tablón de encargos, formaciones en directo, grupos de mastermind y eventos presenciales.
oh, mi tema favorito 😅
Dejo mi tesis: Las plataformas algorítmicas son la Corriente. La solución está en crear Jardines; diseñar nosotras mismas las condiciones.
En vez de dejar que nos arrastre la corriente, crear nuestro propio entorno alejado de los algoritmos, que no se actualice solo sino que vayamos nutriendo nosotras con criterio, filtrando y dejando pasar sólo aquello que te resuena, que te provoca o qué se conecta con lo que ya sabes o con lo que quieres construir. Y que crezca de manera orgánica y no artificial, porque somos nosotras las que lo hacemos crecer pasando tiempo dentro, con nuestras ideas, profundizando, cuestionando, preguntándonos.
Lleva más tiempo, es menos cómodo porque no te viene hecho y tienes que construirlo tu, pero por eso también es revolucionario. Y a cambio tienes todo aquello que los algoritmos te están robando: claridad, agencia, perspectiva. Volver a ser consciente de tus propios pensamientos y recuperar tu voz 😊
🌱
Bosco, gracias por esta imagen tan potente y tan inquietantemente real: comemos galletas sin hambre, sin pausa, sin pensar. Y lo peor: convencidos de que eso es lo que queríamos.
Me resuena especialmente tu reflexión porque en un mundo donde todo nos empuja a consumir sin consciencia —contenido, comida, relaciones— elegir se ha vuelto un acto radical. No elegir por reacción, sino por convicción. Pararse. Mirar dentro. Volver a tener hambre de lo esencial.
No soy enemigo de la tecnología (sería hipócrita decirlo aquí), pero sí intento vivir con una especie de lucidez incómoda. Esa que te obliga a preguntarte cada día: ¿lo que estoy viendo, leyendo o deseando… lo he elegido yo o lo ha elegido el sistema por mí?
Quizá por eso defiendo con tanta vehemencia el valor de la autenticidad, la belleza no decorativa sino verdadera, la comunidad sin filtros y una conciencia que duela un poco, como las verdades importantes.
Gracias por provocar esa pequeña incomodidad que remueve. Ojalá sigamos eligiendo, aunque cueste más.