El otro día me encontré a los padres de un amigo que es empresario. Les pregunté cómo estaba él, ya que hacía unos meses habían tenido un hijo.
—Trabaja demasiado. Sale de casa a las 7 de la mañana y vuelve a las 7, 8 o 9 de la noche —me dice su padre.
—¿Cuándo has visto tú que llegue a las 7? Siempre llega pasadas las 9 de la noche y muchos días a las 10 —replica su madre.
—Sí, la verdad es que sí. Están abriendo nuevas tiendas y el pobre no para. Pero vosotros sois autónomos y también emprendéis, ya sabéis cómo es eso… —dice su padre mirándome con resignación.
—Claro… —le respondí, con un encogimiento de hombros. Pero por dentro mi cabeza pensaba en las 4–6 horas al día que me he propuesto trabajar hasta que mi hijo cumpla los 3 años.
Y es que hay diferentes maneras de emprender.
Esta edición ha sido patrocinada por IngenierosIndustriales.com: la comunidad online de ingenieros y arquitectos.
Descubre nuestra membresía y accede a contenido exclusivo para profesionales de la ingeniería y arquitectura.
Formación práctica, herramientas avanzadas y una comunidad activa para impulsar tu carrera diseñando y proyectando instalaciones MEP.
¿Quieres patrocinar esta newsletter? Aquí la info.
Cuanto más leo, más convencido estoy de la importancia de estar presente para mi hijo. No solo con tiempo de calidad, sino con cantidad de tiempo.
Y me empiezo a dar cuenta de lo mal que está montado el sistema laboral y de lo difícil que es para las madres y los padres estar presentes más allá de los 4 meses de permiso. Al menos como empleados por cuenta ajena. Buena suerte explicando a tus jefes que quieres reducir a media jornada durante… ¿dos años? ¿Tres? No conozco a nadie que lo haya hecho.
Parece que ser tu propio jefe es la única solución. Montar un negocio en el que tú gestiones el tiempo que quieres dedicarle, ¿no?
Pero no todo negocio vale. Porque mi colega es el CEO de su empresa y vuelve a casa cuando su hijo ya está dormido. Yo no quiero eso. Yo no quiero perderme los mejores momentos con mi hijo por la posibilidad de crear una cadena de tiendas y así, algún día, poder pagarle una boda de 50,000€.
¿Entonces? Vuelvo a la misma conclusión que me llevó a dejar la arquitectura por el emprendimiento online: crear un negocio tranquilo. No una startup, no un imperio. Un pequeño negocio digital rentable, sólido y adaptable a la etapa vital.
Esto puede ser alguien que ofrece servicios por internet y que, llegado el momento, reduce su cartera de clientes a la mitad —pero a la mitad más rentable para que la facturación se reduzca solo al 60–70%.
Puede ser un creador de contenido que reduce las acciones de adquisición de su suscripción, centrándose solo en aportar valor a los miembros existentes y sacrificando temporalmente el crecimiento, pero ganando horas al día.
Soy muy consciente de que no todo el mundo puede hacer esto y me siento privilegiado: tanto mi pareja como yo somos autónomos y controlamos la carga y nuestros horarios de trabajo. Pero también sé que he sacrificado muchos años de carrera por elegir este otro camino. Y que al principio parecía una locura.
Ahora, después de celebrar mi primer día del padre me reafirmo en la decisión de haber diseñado el trabajo alrededor de mi vida, y no al revés.
¿Qué pensáis de esto? ¿Habéis tenido la oportunidad de dedicar cantidad y calidad de tiempo a vuestros hijos (o queréis hacerlo)? ¿Cómo lo habéis logrado? ¿Qué sacrificios habéis llevado a cabo?
Deseando leeros. Con cariño,
Bosco .-
PD: Precisamente al hilo del tipo de negocio del que hablo en el artículo, el próximo jueves 27 de marzo a las 17:00h la gente de Raiola me ha invitado a dar un webinar gratuito que he titulado Los 3 caminos hacia una vida sin oficina. Durante esa hora estaré explicando los tres modelos de negocio más efectivos para emprender online, con pautas prácticas que te darán una visión clara y te ayudarán a comenzar tu propio proyecto. Regístrate ya mismo porque estoy preparando una masterclass espectacular.
Durante muchos años tuve en mente la idea de emprender, para poder tener libertad horaria y de ubicación, pero nunca me decidía a arrancar. Sin embargo, cuando nació mi hijo mayor, Leo, un clic dentro de mí me dijo que no querría volver nunca más a una oficina.
Está claro que emprender y querer estar presente para tus hijos va a ralentizar mucho el proceso, porque el tiempo que dedicas al proyecto se reduce muchísimo. Y hay días en los que ni siquiera puedes avanzar (se ponen malitos, se quedan en casa y solo quieren brazos de mamá o papá). Pero qué privilegio poder hacerlo ♥️
Nuestros hijos solo quieren que estemos presentes. Cuando son peques, somos como sus superhéroes. Y ese amor tan puro e incondicional no dura para siempre. Nunca me arrepentiré de ser una mamá presente, aunque no sea fácil, y aunque todo lo demás se detenga o vaya a paso de tortuga durante un tiempo.
No hay nada como tener un hijo para que exploten todas tus prioridadesn y tus "yo nunca" 😂♥️
Para mí, la única forma real de conciliar es tener la libertad de elegir. Y para eso, tienes que emprender.
Cuando a finales de 2017 nació Manu jr., estaba como tu amigo, de 7:00 a 19:00, al volver del permiso. (Trabajo ajeno + mundoalfombra)
Pasaron solo unos meses hasta que me di cuenta que yo quería otra cosa, que quería dedicarle más tiempo a mi hijo y que esos horarios eran incompatibles conmigo y mis ideas. Busqué otro trabajo, reduje un par de horas el tiempo fuera de casa y empecé a trazar un plan.
(Por enmedio, entrada a SinOficina😄)
Me propuse y tracé un plan: en menos de dos años estaría trabajando ya gran parte en remoto. En 2020 con pandemia empezada ya estaba trabajando en casa/mundoalfombra a full remoto.
En 2021 nació María. Nueva vuelta de tuerca.
En 2022 trabajaba ya en mi propio negocio.
Desde entonces:
Llevo a los peques al cole.
Voy a pie a trabajar.
Trabajo menos horas.
Hago más deporte.
Leo más.