12 de julio, 2023
Tesalónica, Grecia
Querida amiga, querido amigo:
Han pasado exactamente 3 meses desde que te escribí la última carta. No era ese el plan. Pensaba que sería capaz de escribir una al mes pero hasta ahora no he encontrado la tranquilidad y el tiempo suficiente para hacerlo.
Me he ido sintiendo más cómodo en la newsletter de SinOficina y alejando cada vez más de las redes sociales —ya hablaré de esto en otra carta— para refugiarme en mi diario, por lo que me he visto tentado a detener este proyecto. Sin embargo, mi compromiso era de escribir 6 cartas y eso haré.
Y es que con el paso de los años he descubierto una manera de conseguir objetivos que me funciona especialmente bien: comprometerme con un periodo de tiempo pequeño que llamo trial (sí, como el periodo de pruebas de una aplicación). Durante ese periodo no puedo tomar decisiones, no puedo abandonar, no puedo dudar, no me puedo plantear la utilidad o el objetivo del proyecto. Tengo que terminar el trial y solo entonces decidir, tras lo experimentado, si continúo o lo dejo ahí.
Esto lo hago porque al principio siempre me encuentro con cierto rozamiento y mi mente es muy cabr*na y muy buena convenciéndose a sí misma de que, por ejemplo, ir al gimnasio no es tan necesario como pensaba. Que no merece la pena el esfuerzo. Pero no voy a pensar con lucidez ni a ver realmente los efectos hasta que no complete ese primer mes de entrenamiento. Hasta que no escriba 100 páginas en mi diario. Hasta que no envíe 6 cartas. Solo entonces me daré permiso para abandonar.
Envié la segunda carta pocos días antes de salir de España, continuando con la ruta en coche hasta Atenas. Durante estos 3 meses, María y yo hemos estado recorriendo el sur de Francia, cruzado Italia de norte a sur, tomado un ferry y recorrido Albania y parte de Grecia, pasando por Atenas, hasta el lugar desde donde te escribo ahora: Tesalónica.
Pero también he tenido que hacer un par de paréntesis en la ruta para volar a Valencia. La primera vez fue porque me citaron para una operación médica pendiente (nada grave). Tuve que volar desde Roma y quedarme en casa de mis padres, en Valencia, una semana. La mañana de la operación fui al hospital, entré en UCSI, me pusieron una vía y esperé. Después de 4 horas me avisaron amablemente de que la operación anterior se había alargado y que me darían cita para volver en unas semanas. El quirófano ya estaba cerrado.
Imagínate. ¡Había volado desde Italia para esto! ¡Catástrofe! Sin embargo, me sorprendió lo bien que me lo tomé. Miré a mi padre con media sonrisa y le dije al salir: «cosas que pasan».
Sé que está muy de moda hablar de estoicismo —tanto que lo que empieza a estar de moda es criticarlo—. A mí me ha cambiado la vida. Y lo siento ahora, varios años después de entrar en contacto con las primeras ideas. Porque entiendo que una filosofía de vida es como un manual de entrenamiento: si lo lees te sorprenderán algunas ideas, pero el cambio verdadero lo provoca la acción continuada. La interiorización diaria de que hay cosas que no dependen de mí, de que voy a morir algún día. Solo después de interiorizar todo esto pueden darme una noticia como la de la operación atrasada y casi —¡casi!— hacerme gracia.
La segunda vez que volé a Valencia fue unas semanas más tarde y desde Atenas. Esta vez la intervención sí salió adelante y fue todo bien.
Como te contaba al principio, ahora estamos en Tesalónica. Probablemente esta ciudad no te suene de nada. Y es que lo normal es visitar la Grecia peninsular por Atenas y, como mucho, Meteora (¡espectacular!), pero no llegar hasta las tierras de Alejandro Magno, más al norte. Sin embargo, aquí pasaremos el mes de julio entero. Necesitamos un descanso algo más largo que las semanas enteras en determinados lugares clave que han ido salpicando la ruta. Hemos querido aprovechar los meses de abril a junio para viajar porque son los mejores (buen clima sin tanto turismo) y ahora en julio pisar el freno, coger fuerzas y adelantar trabajo acumulado.
¿Y por qué Tesalónica? Para elegir una «ciudad asentamiento» en la que pasar más tiempo en julio busqué, como hago siempre en estos casos, que tuviese una buena relación economía-comodidad. Es decir, que el alojamiento no fuese tan caro como, por ejemplo, Atenas, pero que mantuviese cierta comodidad y la ciudad tuviese cierta «vida». Y Tesalónica, no siendo turística pero siendo la segunda ciudad con más población de Grecia y la primera en universitarios, me garantizaba ambas cosas.
Y así ha sido. Los primeros días hemos intercalado el trabajo con la adaptación. Adaptación que significa realmente localizar una serie de lugares que nos permiten crear cierta rutina: un supermercado grande, un gimnasio, un café como desde el que escribo esta carta para trabajar los días que no me quedo en casa y un restaurante o sitio de comidas para llevar que sea mínimamente sano. Son cosas que no tienes en cuenta cuando viajas una o dos semanas, pero necesarias para hacer sostenible económica, mental y físicamente un viaje de seis meses.
El viaje está cumpliendo con creces las expectativas. En la próxima carta, que te enviaré, si todo va bien, desde algún país de los Balcanes, te contaré algunas anécdotas que me han pasado en esta primera parte de la ruta.
Hasta entonces, gracias por leerme. Con cariño,
Bosco
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Esta carta me pilla con la moto en el taller. Una moto que compré de segunda mano hace dos semanas a un chico que "parece de fiar", pero que es difícil no pensar que me la ha colado.
Me sorprendo a mí mismo con la calma de un estoico llamando al seguro en medio de la autovía.
¿Qué remedio me queda?
Gracias por esta carta, Bosco.
Claro que si! A completar el trial.... para luego decidir continuarlo! 😝