La semana pasada escribí sobre la gran bifurcación: esos dos caminos que establecen cómo nos relacionamos con cierta tecnología (smartphone, redes sociales, pantallas…) y mi teoría —o esperanza— de que somos cada vez más quienes, hastiados, elegimos limitar el tiempo online para disfrutar más del mundo offline.
Esto lo publiqué en Substack, una plataforma online, para que lo recibas por correo electrónico y lo leas, quizás, desde tu smartphone. Lo escribo yo, que he creado un coworking online, que llevo más de 10 años emprendiendo online, escribiendo online y construyendo productos online.
Y eso me ha llevado a plantearme: ¿estoy siendo hipócrita?
Reservo este espacio para patrocinios. Así puedo seguir dedicando tiempo a escribir estas reflexiones sin crear una suscripción de pago.
¿Quieres patrocinar esta newsletter y llegar a más de 9,000 personas inquietas, curiosas y creadoras? Aquí tienes toda la info.
Entonces echo la vista atrás y me doy cuenta de cuántas de las cosas buenas que me han permitido tener una vida plena offline las he conseguido gracias al online.
Empezar a leer blogs en internet me abrió la mente a maneras de pensar diferentes al círculo social en el que me movía. Gracias a gente como Ángel Alegre tuve el valor de coger la mochila e irme solo a recorrer el mundo nada más terminar la carrera.
Empezar a publicar mi propio blog online no solo me ayudó a estructurar mis ideas y me abrió las puertas a nuevas oportunidades. También me ha permitido conectar con gente maravillosa y estimulante a la que luego he tenido la suerte de conocer en persona. Lo mismo me pasó en su día cuando estaba activo en Twitter.
Buenos Aires no habría sido lo mismo sin Gastón, Vancouver habría sido gris sin Pepe e Isabel. Y no me habría tomado una fideuá en San Francisco si Armand no me hubiese respondido a aquella newsletter para invitarme.
Empezar a grabar un podcast me permitió conocer en persona y entrevistar a referentes como Brian Gardner en un Starbucks de Chicago. Y, en general, tener cierta presencia online me ha dado la posibilidad de asistir como ponente a un buen número de eventos offline que recuerdo con mucho cariño.
Pero mi mayor éxito ha sido haber construido la comunidad online de SinOficina. Como negocio online pero también, paradójicamente, a nivel offline.
Me costaría enumerar a todos los miembros que se han convertido en amigos tras conocerlos en persona en los eventos, quedadas y colivings que hemos organizado. Empezando por Bohdan, que estuvo en mi boda, y acabando con el grupo que estuvimos de barbacoa en mi casa hace unas semanas.
Online han sido también las 5 ediciones de la campaña solidaria AdoptaMiMente, pero el impacto ha sido offline.
Offline. Donde importa.
Cuando echo la vista atrás no puedo estar más que agradecido por haber tenido la oportunidad y el coraje de crear online. Pero también de haber sabido valorar y disfrutar de lo vivido offline gracias a ello.
Emprender online para vivir offline.
Gracias por leerme. Con cariño,
Bosco .-
Preciosa paradoja, también ocurre que puedes estar "mal" en el offline, en el sentido personal, mental, motivacional...y una humilde iniciativa online puede ser la solución a volver estar bien, motivado y con ganas de vivir el offline.
Emprender online para vivir offline. ¡Me encanta!