

Discover more from Cartas
12 de abril de 2023
Jaca, España
Querida amiga, querido amigo:
Qué ganas tenía de escribir esta segunda carta. Qué bien me siento sabiendo que tengo este espacio, fuera del contenido habitual que creo para mis proyectos, como un lugar donde abrirme y contarte qué me pasa por la cabeza este mes.
Estas últimas semanas han sido una montaña rusa emocional. En la parte buena de la balanza han destacado dos cosas. La primera, el encuentro anual que organizamos en SinOficina. Reunimos a 150 personas maravillosas en Madrid para darnos abrazos y comer pizza aprender y conectar. Y salió perfecto.
La segunda, el inicio de un gran viaje. Mi pareja y yo hemos comprado un coche, lo hemos cargado con un puñado de maletas y hemos salido de Murcia con destino a Atenas. Contamos con 6 meses para ir y volver sin que nos pille el invierno, así que no hay prisa. Y viajar sin prisa es como me gusta viajar.
La idea es recorrer Italia de norte a sur, cruzar el Adriático en ferry, recorrer Grecia y volver cruzando los Balcanes. Lo bueno de no moverte en avión es que te da más flexibilidad a la hora de decidir por dónde continuar o cuánto tiempo quedarte en un sitio. Esto me trae a la memoria el tiempo que estuve recorriendo China en tren. Me quedaba en una ciudad el tiempo que quería y entonces cogía un tren a la siguiente. Lo peor que me pasó fue que tuve que quedarme dos días más en Pekín porque no quedaban billetes a Xi'an. Bendito problema.
De hecho, ya hemos tenido el primer cambio de planes en este viaje: desviarnos por Aragón-Navarra para cruzar a Francia por el País Vasco en lugar de por la costa catalana —¿que visitaremos a la vuelta? Quizás sí, quizás no.
Viajar sin prisa, viajar con tiempo, cambia radicalmente el concepto de viajar. No necesitas tenerlo cada día planeado porque no necesitas tener todo reservado. Total, puedes alargar el viaje tanto como quieras. ¿No hay entradas para hoy? Voy mañana. ¿Este tren está muy caro mañana? Viajo pasado mañana. Y esta flexibilidad es la que te hace estar abierto a los planes que surgen durante el viaje y que suelen ser mucho mejores que los planeados desde casa.
Cuando echo la vista atrás para identificar los puntos de inflexión en mi vida me detengo muchas veces en el momento en que, nada más entregué el Proyecto de Final de Carrera, cogí una mochila y partí hacia Asia sin billete de vuelta. Trato de recordar qué me hizo dar el salto, quién implantó esa idea en mi cabeza. Nadie de mi círculo cercano había hecho algo similar. Quienes me inspiraron (¿o fue deseo mimético?) fueron autores. Gente que no me conocía y que compartía sus ideas en sus blogs y sus libros. Gracias a ellos y ellas me animé a viajar solo y me abrí a conocer otras culturas. Aprendí a valorar las experiencias, a practicar el desapego, a identificar mis sesgos y a seguir creciendo.
Ahora, tras lo vivido, siento la necesidad de inspirar y devolver al mundo. No de una manera impositiva —¡vive así! ¡haz esto que hago yo!— sino desde el ejemplo y con humildad. Quiero aclarar también que cuando hablo de «inspirar» no estoy viéndome encima de un pedestal. No veo la inspiración como algo exclusivo de gurús con audiencias enormes sino algo que puede ocurrir en el momento en que se juntan dos personas. Y, sobre todo, algo que puede ocurrir en ambos sentidos.
Creo que hay ideas con el poder de cambiar vidas a mejor simplemente porque a mí me la han cambiado. Ojalá poder decirle a mi yo del pasado que dejase de buscar la aprobación social con ropa de marca y fotos artificiales y, en su lugar, centrase sus esfuerzos en buscar la libertad de la que disfruto ahora. Creo que hago bien compartiendo esto.
O eso pensaba hasta hace unas semanas, cuando descubrí que una persona muy, muy cercana a mí se había visto atacada por las ideas que yo compartía en público a través de Twitter y mi newsletter. Hasta el punto de romper nuestra relación.
Y es que hay mucha gente a mi alrededor, que quiero y que no quiero perder, que no comparte mis ideas. ¡Y está bien! El problema de las redes sociales o de compartir contenido en público es que no controlas quién lo lee. No controlas cómo lo van a interpretar. Y cada uno lo interpretará según su contexto y experiencia.
Mientras que mi tuit viral («la nueva riqueza no es dinero, es libertad») puede inspirar a un universitario, ese mismo tuit podría llenar de odio a otra persona simplemente porque tiene un reloj caro. Mientras que un artículo en mi blog sobre lo que aprendí en un viaje reciente puede motivar a unos a emprender un viaje, otros lo rechazarán de inmediato por considerarlo postureo vacío.
Me cuesta mucho aceptar que ambas cosas vienen en un pack. Que el precio a pagar por inspirar a unos es ser odiado por otros. Y, sobre todo, me apena pensar que esos «otros» pueden ser gente que quiero y que tengo cerca.
Qué difícil es, a veces, escribir.
Gracias por leerme. Con cariño,
Bosco
PD: Te habrás dado cuenta que no pongo enlaces en mis Cartas. Es intencionado. Primero, porque escribo pensando, sobre todo, en quienes me leéis en papel. Segundo, porque quiero que sea una newsletter que no te exija más tiempo del que tardas en leerla. Que no te lleve de un lugar a otro, como la madriguera de Alicia, sino que te deje con la misma sensación que cuando terminas un libro: ¿y ahora qué? Ahora lo que quieras.
Esto es Cartas: la newsletter personal de Bosco Soler y con la que, una vez al mes, comparto lecturas, reflexiones y experiencias que nos hagan crecer en el arte de vivir. Comparte y participa comentando; este es un espacio común.
También puedes elegir recibir estas Cartas por correo postal para leerlas antes y regalarte la experiencia completa.
Carta #2. Sobre la inspiración
Precisamente estoy a un par de semanas de entregar mi Proyecto Final de Grado, y me encuentro en una situación similar a la que comentaste. Nadie en mi entorno lo ha hecho, pero quiero lanzarme a viajar, conocer y experimentar.
Aún no sé que me depara el futuro, pero leerte definitivamente me ha hecho reflexionar al respecto.
Saludos y buen viaje!
Oooh, qué casualidad! Tú has escrito esto desde Jaca y yo te leo desde ahí 🤩